Muchas veces me han preguntado para mí qué significa amar.
Amar, esa palabra tan dulce, tan romántica, tan cargada de romance y dulces sentimientos, que deja volar los sueños al viento, rasgados y hambrientos, dulce fantasía enamorada del amor de los mundanos.
Amar es más que un sueño, más que el dulce aroma de la vida en el rostro, más que un paseo por las nubes de otoño, más que el arcoíris tocando la vida.
Sentimientos fútiles, plagados de sueños, ilusiones, de carencias, deseos marchitos y postergados.
Amar es más que un sueño, más que el dulce aroma de la vida en el rostro, más que un paseo por las nubes de otoño, más que el arcoíris tocando la vida.
Sentimientos fútiles, plagados de sueños, ilusiones, de carencias, deseos marchitos y postergados.
Amar, es algo más que sueños, es un acto de fe, de confianza, de entrega hasta el fin de los tiempos, es curtir el corazón en fuego candente para surgir resplandeciente.
Amar es caminar por caminos sinuosos, librar batallas y salir victorioso.
Amar es el fuego en el cual se forja el corazón del hombre, entero, engrandecido, triunfante.
Amar es el acero que se funde en el tiempo y en donde el destiempo camina triunfante.
Amar es caminar por caminos sinuosos, librar batallas y salir victorioso.
Amar es el fuego en el cual se forja el corazón del hombre, entero, engrandecido, triunfante.
Amar es el acero que se funde en el tiempo y en donde el destiempo camina triunfante.
20 de julio 2009.
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